“Borracho”

“Si tú eres feliz, yo soy feliz”, me dijo un amigo borracho alguna vez en una fiesta con más borrachos. Cuando sucedió eso, dejé salir una carcajada y le agradecí alzando mi vaso para brindar con él. Después me dio un beso. En la mejilla.
Disfruto mucho ver el proceso de transformación entre borrachos. Me considero de esos. A simple vista soy tímido, callado y a veces hasta amargado, pero bastan unos cuantos tragos para que la lengua se me suelte y con ella las ganas de socializar. Clásico. Tengo anécdotas. Muchas. Varias están llenas de lagunas mentales y de maquillaje personal, pero todas son gratamente recordabas; inclusive aquellas que tienen que ver con destrucción, caídas y pleitos. 

Aclaro que estoy lejos de pensar que ser borracho sea motivo de orgullo; sin embargo, el tener buena compañía a la hora de ejercer la profesión sí lo es. Por eso escribo esto.

Cuento lo anterior porque hace poco me preguntaron qué ganaba estando borracho. 
“Risas”, contesté. 

Gracias, procedo a brindar sin motivo alguno. Espero hayan entendido. Si no, luego les explico.