Cómo crecer y no morir en el intento…

Es “día del niño” y me he puesto a recordar algunos momentos de mi infancia…

Aquellos tiempos en los que viajaba a toda velocidad con mi avalancha; pasaba
horas jugando nintendo; distrutaba viendo los calzonzotes de
las niñas (sí, hoy son más grandes los calzones que usan las niñas que los de cualquier mujer adulta, ¿niéguenmelo?);  platicaba horas con mi amigo imaginario; robaba dinero para comprarme un “huevito kinder”; no podía
dormir por esperar a los reyes magos; no entendía lo que era una chaqueta;
comía “totis” diario; jugaba con mi perro; veía “En familia con
Chabelo”; le gritaba a mi nube voladora (nunca llegó, supongo que nunca he tenido un alma pura);
jugaba fútbol sintiéndome el Capitán Tsubasa; jugaba con mis “hot wheels”; le tenía miedo a los
insectos; nunca aprendí a recortar; me gustaba ir a McDonald’s, o cualquiera d’esos
lugares, nomás pa’ jugar en la alberca de pelotas y los toboganazos
(aunque siempre creí que me robarían mis tennis en una de esas); era güevón con permiso y todas las
de la ley;  entre
muchos, muchísimos otros momentos que no tiene caso mencionar.

Después de recordar me puse a comparar, y…

Hoy no tengo avalancha, pero tengo a Viviana. No tengo ningún tipo de consola, pero justamente ayer instalé un emulador de “Super Nintendo”. Sigo viéndole los calzones a las niñas, con la diferencia de que ahora me gusta también quitárselos. Ya no veo a mi amigo imaginario, pero disfruto un chingo platicar conmigo. Ya no me robo el dinero, lo pido prestado… para tomar. Dejé de creer en los reyes magos, pero sigo sin poder dormir cuando espero la llegada de algo bueno. He logrado entender perfectamente lo que es una chaqueta y a veces hasta la uso como somnífero. Dejé de gritarle a mi “nube voladora”, aunque “vuelo” trepándome en hierbas y cosas d’esas. Dejé de jugar fútbol y de ver a Chabelo —aunque lo sigo respetando (a Chabelo, no al fútbol)—. Todavía odio a los insectos. Sueño con “hot wheels” a gran escala. Sigo sin saber recortar. Cambié el McDonald’s por el Burger King. Pero sobretodo… no he dejado de ser un güevón.

Después de recordar y comparar, me da bastante gusto saber que no he cambiado mucho y que estoy evitando mi mayor miedo: Crecer.

Siempre he dicho que uno de los peores castigos que recibió la humanidad fue el de crecer. Creo que cuando las personas “crecen” olvidan parte importante de la vida, pierden capacidad de asombro (de la buena, no de la pendeja), pretenden “encajar”, sobreviven en lugar de vivir, ignoran sus instintos (de los buenos, no los de dominar al mundo) y, lo peor, se olvidan de sí mismos buscando integrarse a la “sociedad”… entre MUCHAS otras cosas.

Estoy de acuerdo en que hay reglas que debemos de seguir para que este mundo no sea un cagadero (por ahí estamos fallando, porque YA es un cagadero). Entiendo que hay que “comportarse” y que no siempre se puede hacer lo que uno quiere por respeto hacia las demás personas (aunque tengo mis dudas, hay muchos pasandose a los demás por sus puntos de placer). Comprendo que es necesario vivir en armonía con la sociedad (¿existe eso?). Acepto el hecho de que todos tengamos que hacer alguna vez cosas que no nos gustan con tal de “sobrevivir”. De verdad que entiendo/acepto muchos puntos de los que los “adultos” dicen, pero lo que definitivamente NO entiendo/acepto/ni nada…

¿Es realmente necesaria la represión?

Siempre he dicho que todo adulto NO es más que una ampliación de lo que fue de niño… pero muy reprimido.

¿Por qué tener miedo de que la gente te vea como “loco”? ¿Por qué no ser lo que de verdad quieres ser? ¿Por qué aceptar lo que padres y adultos dicen? ¿Por qué tenerle tanto miedo al “morir de hambre”? ¿Por qué abandonar tu barco cuando lo que tiene es un hoyito que se puede arreglar para evitar que se hunda? ¿Por qué adoptar “fórmulas de éxito” de otras personas, cuando no sabes si funcionarán igual contigo? ¿Por qué comprar las dudas de tí mismo que otros te venden? ¿Por qué tener miedo a fallar? ¿Por qué dejar de ver el sol por miedo, en lugar de correr por unos buenos lentes (que igual te chingas, pero con estilo)? ¿Por qué no ser COMO un niño por siempre?

Tal vez más de uno pensará: “Pues porque las cosas no funcionan así”… Y yo les pregunto de nuevo: “¿Y por qué no?”.

Recordémonos de niños: Saltábamos, nos caíamos, llorábamos (o no), nos limpíabamos las lágrimas (o no) y lo volvíamos a intentar. Disfrutábamos de cualquier cosa sin preguntarnos si era lo correcto o no; pero nunca con malicia.

Aclaro que no se trata de ser inmaduros, sino de ver la vida como la ven los niños. Me caga la gente que se confunde. Es decir, no se trata de hacer berrinche porque no tienes el carro que quieres, se trata de trabajar y esforzarte para obtenerlo —fin del ejemplo vanal y superficial—. No se trata de vivir enojado siempre, se trata de tal vez hacer algo que no quieres, pero sólo mientras consigues lo que quieres. De nuevo un ejemplo absurdo: cuando eras niño y te tragabas el hígado encebollado que tanto asco te daba (habrá a quien le guste, así que inserte otro alimento), sólo para que te dieran chance de atascarte con el postre o te dejaran salir a jugar.
 
Recuerden que soy el nuevo OG(T) Mandino. Sin embargo, no pretendo que esto sea una guía para vivir, ni mucho menos, habrá quien comparta mi punto de vista y habrá quien me la miente por ello. Afortunadamente estoy rodeado de gente que piensa como yo y que me ha demostrado que hacer las cosas como aquí las planteo, se puede.

¿Ya me expliqué? Eso espero. Resumiendo, deberíamos vivir La vida según Quino:

Pienso que la forma en que la vida fluye está mal.  Debería ser al revés: Uno debería morir primero para salir de eso de una vez.

Luego, vivir en un asilo de ancianos hasta que te saquen cuando ya no eres tan viejo para estar ahí.

Entonces empiezas a trabajar, trabajar por cuarenta años hasta que eres lo suficientemente joven para disfrutar de tu jubilación.

Luego fiestas, parrandas, alcohol.  Diversión, amantes, novios, novias, todo, hasta que estés listo para entrar a la secundaria…

Después pasas a la primaria y eres un niño que se la pasa jugando sin responsabiliddes de ningún tipo…

Luego pasas a ser un bebé, y vas de nuevo al vientre materno, y ahí pasas los mejores y últimos 9 meses de tu vida flotando en un líquido tibio, hasta que tu vida se apaga en un tremendo orgasmo…

¡¡¡ESO SÍ ES VIDA!!!

En fin, los exhorto a que se dejen llevar por la filosofía del HAKUNA MATATA. Y como diría Michael Jackson: ¡Vivan los niños!… OK, no.

P.D.: Aquí una verdad absoluta y acá, otro chiste del Jackson (sólo pa’ los sádicosmalditosasquerosos —como yo—). Los quiero… jugando.