El Futbol vs. Lo Imposible

penalti.
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Hubo una etapa de nuestras vidas en que la imaginación era la mejor herramienta para solucionar cualquier problema y eliminar el aburrimiento. No creíamos en los pretextos ni en las cosas imposibles porque nuestra mente era un arma capaz de todo.

Durante esta etapa (la infancia, si aún no lo deducen), los recreos se llenaban de magia. Tan pronto como sonaba el timbre que anunciaba la pausa entre clases, varios corríamos al patio con la intención de jugar una cascarita de futbol para eliminar el hastío que generaba aprender matemáticas o alguna otra de esas materias inservibles para la humanidad.

Una vez en el patio, no importaban el uniforme escolar ni los zapatos incómodos. Tampoco importaba comerse rápido el almuerzo con tal de tener un mejor desempeño en el partido. Lo único importante era estar dispuesto a dejarlo todo en el estadio improvisado. Y la disposición era tan grande que no importaba ni siquiera que no hubiera un balón para jugar.

Entonces, contra toda adversidad — donde la mayor era no tener balón — , un grupo de niños sincronizaba su imaginación para convertir un bote de jugo vacía en la pelota más redonda del mundo y, con ella, dar el mejor partido de su vida.

Algo todavía más increíble de estos partidos era la manera en que todos respetábamos la pelota y evitábamos aplastarla. No importaba que hubiera otros botes de repuesto, uno siempre terminaba enojado con aquel que se atreviera a pisotear el balón y arrastrarlo bajo el pie hasta la portería contraria. Eso era trampa y alta traición. Por fortuna, siempre había un valiente capaz de reinflar la pelota para devolverle un poco de su forma original y seguir jugando. Llevábamos el reciclaje al máximo.

Hoy extraño esos viejos tiempos más que nunca. No sólo por lo mucho que me divertía, sino porque siento que la vida adulta nos ha vuelto más creyentes del pretexto que de la imaginación. Y eso se nota cada vez más en el futbol, donde ya nadie usa la adversidad a su favor.

Por el bien de todos, recuperemos a los jugadores sin balón.

Escrito para Rabieta, donde el futbol y la vida hablan de lo mismo.