Los amorosos NO callan…

Existe un tipo de fauna humana que —a pesar de que tienen un funcionamiento simple y predecible— nunca he logrado descifrar del todo. Se les puede encontrar en gran cantidad de lugares, pero sobre todo en plazas, cines, parques, y cualquier otro sitio público “entretenido”… Sí, me refiero a “los enamorados”.

Podría escribir sobre los distintos tipos de conductas raras que tienen estos seres tan extrañamente comunes, pero eso se traduciría en un post kilométrico y aburrido. Es por eso que hoy me limitaré a hablar sobre la manera más sencilla —y evidente— que tienen estas personas para reflejar su estupidez: sus apelativos.

Pueden llamarme amargado/mamón/comoquieran, pero yo nunca he permitido que me digan “mi amor” o algún tipo de estupidez semejante —aunque acepto que he aceptado uno que otro apodo original y nada cursi—. Y es que: ¿Es realmente necesario usar apodos cursis y bobos para demostrar el amor que uno siente hacia la otra persona? NEL.

Usar apelativos —en cualquiera de sus variaciones— del tipo: mi amor, mi vida, mi cielo, cosa, pelusa, bebé, nena, nene, princesa, piojo, osito, amorshi, vidita, gordo, peshosho, flaquito, flaca, bombón, corazón,  etcétera*… (Sí, se que hay unas más ridículas, pero no me atreví a ponerlas.)

 Usar alguna de las palabras arriba mencionadas, me parece más una ofensa que un cumplido. He aquí mis razones (las que recuerdo):

1) No son nada originales.
2) Te hacen parecer (más) estúpido.
3) Lo mismo te lo pueden decir a tí que a cualquier otra persona.

Asimismo, creo que según el tipo de apelativo que es usado, podemos definir en tipo de idiota persona que lo está aplicando… Sí, todos son pendejos por regla general, pero hay divisiones: van desde el pendejo muy cursi hasta el pendejo que quiere parecer gracioso, pasando por el pendejo que quiere sentirse original. Aunque si por mí fuera, los dejaría a todos en la categoría de pendejos y me ahorraría el esfuerzo; pero no puedo, soy demasiado meticuloso a la hora de criticar a las personas. Aún así, les daré el privilegio de que ustedes clasifiquen a sus pendejos cursis según su criterio.

En fin, lo que propongo es que se dejen de mamadas. El hablar como tarado no los hará reflejar más amor del que presumen sentir.

Yo por ahora los dejo con mi teoría de siempre:

Funciona más un sabrosa que un mi amor.

¿Lo van a negar?…
Sí, sí: Es poco original y lo mismo se le dice a una que a otra, pero no me parece que me haga ver estúpido. ¿Ya entendieron? Bien, no me deben nada.

*Me costó mucho trabajo escribir tanto apodo, sentía que me desmayaba del asco; todo sea por ustedes, queridos lectores. ¿Que cómo es que sé tantos? Algunos los recordé y otros salieron de una encuesta harto seria.

P.D.: Pueden decirme “ya te quiero ver…”, y yo les diré “¡misguevosqué!”. Los quiero… sin apodos cursis.