Orinemos

¿…?:

Hoy al despertarme hice lo mismo que hago diario: tirar la primera meada del día. Al orinar me salpiqué los pies y me acordé de ti. ¿Por qué? Lo sabes bien.

Recordarte me hizo reaccionar.

Extraño tu olor en mis manos: así como también el aroma y sabor que desprendías una vez que tu cuerpo se encontraba bañado en sudor. Sueño con probar nuevamente el sabor de tu boca después de horas de encierro. Aún escucho los gritos, groserías y carcajadas que soltabas cada que llegabas a ese punto de fácil retorno. Repaso una y otra vez el recuerdo de aquellos días en los que, sangrienta, me atendías de maneras insospechadas. Deseo que esas pesadillas que te despertaban por las noches finalmente se hayan ido.

Extraño llamarte promiscua y que me contestes –mientras presumes la sonrisa más honesta que he conocido– que eres mi puta.

Por fin entendí el valor de aquellos reproches y miradas llenas de desprecio. Por fin entendí que tu paciencia era infinita… “¿Ya para qué?”, me dirías con toda razón.

Hoy mucha gente me culpa de tu muerte. Felicidades, has logrado maldecir mi existencia para siempre.

Adiós.

P.D.: Confío en que no haya deducciones.