Si llego a viejo, quiero ser como Clint Eastwood…

Hoy fui al cine después de mucho tiempo (solo, no me gusta ir acompañado: “Es que soy bien fan gggüé y la gente no sabe apreciar luego lo bello que es el cine… o sea, ¿sí me entiendes, güey?” —a veces voy con otro wey igual de antisocial —) y vi ‘Gran Torino’.

La descargué poco tiempo después de su estreno en los E.E.E.E.E.E.U.U.U.U.U.U., pero ps no la iba a ver porque: “Es Clint Eastwood, no mames… hay que verla en el cine, gggggüé!”. Así que ahí estaba yo, sentadito hasta atrás justo enmedio de la sala, con mínimo 5 asientos de cada lado que me separaban de la chusma (la sala no estaba para nada llena): había una pareja de viejitos bien rifados, se notaba a leguas que eran fansss de Clint Eastwood; una pareja de recién casados con un bebé —yo rezaba porque no fuera a convertirse en un dolor de gónadas, y no, se portó bien… respetó a “tito Clint”—; otra pareja por aquí, otra por allá… Chingadamadre! Acaba de llegar una y se sentó justo 2 asientos a la izquierda de mí… OK, ya se fueron hasta la esquina… bien…. Pppputamadre! llegó otra parejita de gordos y se sentaron donde estaba la anterior… ok, se ven buen pedo…

Aclaro que este post es más bien terapéutico. No pretendo que mi opinión respecto a la película sea tomada en serio (porque no soy crítico), aunque si tuviera que hacer una reseña, sería esta:

Empezó la película. Primer plano de Clint Eastwood: me chorrié. Siguió la película: me volví a chorrear. Apareció el Gran Torino 1972: “yavalióvergavoyatenerquetirarmiscalzones!“… La película continúo sin contratiempos y yo bien contentote con mi erección grado 4… Esperen, ¿qué es ese ruido?… “No voltees, cabrón, no voltees!”… Volteo y ¿qué creen que ví?… No, no era el bebé… El pinche gordo y su gorda están trague y trague haciendo un chingo de escándalo (la neta era un ruido mínimo, pero soy muy intolerante)… ¡¡¡PUTOS!!!…. OK, ya se cansaron de tragar (duraron como 10 minutos). Todos quietos, al fin ha regresado la calma y yo sigo con mi erección… Me sigo chorreando.

Y así transcurrió la mayoría de la película, yo sonriendo y con una erección cada vez más y más dura que cualquier barra de titanio.

Es mi deber comentarles, porque los quiero —en serio… OK, no—, que la neta casi lloro al final de la película. En parte por la escena, y en parte porque me cuesta mucho trabajo asimilar el hecho de que ésta es la última película en la que Clint Eastwood actúa (aunque él dice que eso nomás fue un rumor).

En fin, grosso modo, Clint Eastwood cumple con lo suyo: ponernos cachondos. Si bien la película viaja sobre una trama sencilla, no hay un solo momento de pretención y logra criticar  de manera contundente los pensamientos reprimidos que todos llevamos dentro. Sobra decir que “Tito Clint” cumple con su papel de manera impecable (como siempre); aunque en esta ocasión es increíble ver lo cagado que puede ser cuando se lo propone. Y por si lo anterior fuera poco, vuelve a demostrar que el cine no se hace con dinero: se hace con güevos.

Resumiendo, me volvió a quedar clarísimo la razón que tenía —y tengo— al decir:

“No soy puto, pero yo sí me le daba a Clint Eastwood…”

Otra cosa que también me hizo cagarme y chorrearme de emoción fue cuando empezaron a aparecer los créditos y escuché esto:

*Clávense en la textura de su voz de teporocho.*

P.D.: Calificaría la película, pero Eastwood es un Semidios y yo… yo no soy nadie. Ahora sí, no podrán llamarme “pretencioso”… lero lero. Agradeceré me regalen un par de calzones nuevos.