Superficies
La naturaleza humana y su tendencia al gregarismo ha creado la falsa percepción de que los seres solitarios no tienen nada que ofrecer. El tímido, el callado, el egoísta y el pocos-amigos son con frecuencia encerrados en la misma habitación cultural que resguarda al sociópata. Como si preferir la compañía propia en lugar de la ajena fuera un delito que debe castigarse con el desprecio.
Y es comprensible: siempre que aparece alguien que no responde a la interacción normal —ése que no finge interés ante una charla banal o pone sus necesidades antes que las del resto—, los demás deben protegerse. ¿Quién es este extraño que parece aburrirse ante mi presencia? ¿Por qué me mira tanto? ¿Le habré caído mal? Es un mamón.
Por fortuna, en el mundo existe gente capaz de mirar más allá del caparazón y busca saber más de quien no quiere ser sabido. Ese tipo de gente es la misma que hace preguntas más que hablar de sus respuestas, gente de verdad interesante porque tiene el coraje de abandonar su egoísmo para adentrarse en el de otros: no le temen al mar, preparan su nave porque saben que hay nuevos mundos.
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Mira la luna, tan solita en el cielo. Con estrellas y otros planetas mirándola feo por ser satélite. Pobrecita, incapaz de brillar por si misma, aprovechando la luz que el sol le regala. Pobrecita, tampoco puede navegar por su cuenta, usando la Tierra para mantenerse a flote. Tan gris, con luz y fuerzas robadas. Pobrecita, ¿por qué se cree tanto? Es bella, sí, pero no existe por méritos propios. Engreída.
Mientras tanto, en la Tierra, millones la miran al mismo tiempo. Incrédulos, sorprendidos por su luz y su bella forma, a nadie le preocupa su estatus. Es regalo de enamorados, brújula de viajeros, hipnosis constante.
Pero nadie piensa en ella como se debe: solitaria, abandonada, dependiendo de otros y, sin embargo, todavía capaz de compartir su luz con todo aquel que se atreve a mirarla. Ella no habla, no tiene amigos y nadie la discrimina por eso; da todo de sí. Y se mantiene egoísta, guardando para sí un lado oscuro que nadie conoce y sólo conocerá quien decida explorarla por completo.
Gracias, Luna sociópata.