Repentinamente
De repente uno se deprime después de ver el Rey León. De repente dan ganas de volver a la primaria para sentarse en el patio a tragar un sandwich y compartirlo con la niña de la falda más corta y el peinado mejor acomodado. De repente uno sueña con la inmortalidad que otorgaba el Super Nintendo. De repente uno recuerda el tipo de calzones que usaba la profesora de quinto. De repente uno se encuentra su primer libro. De repente uno quiere gritar “nos vemos a la salida”. De repente uno se siente con ánimos de retomar aquellas viejas ideas para cambiar al mundo. De repente uno extraña aquella libertad que se sentía al saltarse clases y faltar en días importantes a la escuela. De repente uno se recuerda jurando no volver a coger si condón. De repente uno quiere tirarse a fumar mota en cualquier parque con aquella mujer rara que nos enseñó tanto. De repente uno quisiera emborracharse nuevamente con sólo tres cervezas. De repente uno se ríe al recordar los celulares y demás objetos perdidos en batalla. De repente uno se saborea el primer sueldo. De repente uno extraña a su primera puta. De repente uno borra un chingo de recuerdos. De repente uno se pone a enlistar cosas pasadas. De repente uno evita enlistar ciertas cosas. De repente uno ya no quiere seguir con esa lista. De repente uno manda todo a la chingada.
De repente uno se da cuenta de que le han salido canas. De repente uno se imagina en el fin del mundo…
P.D.: De repente me acordé de Pelo.