Experimento sabrosón…
¿Se acuerdan de esta muchachona: CLICK & CLICK?
Pos ha regresado (o he regresado, no sé):
—¿Por qué ya no habías venido? —preguntó ella.
—No tenía para qué… —contesté.
—¿Y a qué has venido, entonces?
—Pues no sé, tú me invitaste.
—¿Sólo por eso vienes?
—Supongo.
—Ya, en serio, ¿dime por qué has venido?
—Quisiera saberlo.
—Ash! No sabes nada.
—Sé una cosa…
—¿Qué?
—Hoy te ves bien sabrosa.
—Gracias. —replicó halagada.
—Cierto, ya recordé por qué sigo viniendo.
—¿Por qué?
—Porque te me sigues antojando…
—Ayyy! No se te quita lo patán, lárgate.
La verdad es que ya me ha corrido varias veces de su casa. Esto me molestaría si viviera lejos, pero la verdad es que siempre paso a visitarla cuando voy regresando de algún lado rumbo a mi casa (somos cuasi-vecinos)… Además de que siempre termina marcándome arrepentida días después; sí, se disfruta su sentimiento de culpa. Como sea, siempre termino riéndome demasiado y regreso alegre a casa.
Aún así, no logro entender por qué se enoja tanto. Es por eso que me he propuesto hacer un experimento: Me dedicaré a dejar de sabrosearla para que implore mi romanticismo de vuelta… Y, entonces, no hacerlo. ¡Sí señor!
Inténtelo, querido lector, y compártanos su experiencia en los comentarios.
Seguiremos informando.
P.D.: Ya, en serio, con la comida no se juega. Los quiero… sabroseando.