Falsas Esperanzas… (2a parte)
Continuando con lo aquí iniciado… y ADVIERTO que es un post terapéutico. Si usted, estimado lector, no tiene ganas de perder (más de lo que ya lo hace) su tiempo: puede decir “paso sin ver“, a este post.
—Eres un pinche güevón…
—Sí, pero no.
—¿Cómo?
—Vivo cansado…
—!Pendejadas!, dices puras pendejadas. No sabes hacer nada, eres un inútil.
—Eso es relativo…
—¿Relativo? Si sabes hacer algo: ¿por qué no lo explotas?
—Tú lo has dicho: soy un güevón…
—No mames, cabrón. ¿Te valeverga la vida, verdad?
—No…
—Cómo no, no mames… no haces nada. ¿Qué va a ser de tí?
—Verás, soy güevón por gusto, no por serle inútil a la sociedad…
—Eres inútil, no haces nada.
—Eso sólo es tu punto de vista.
—Ya, como mamada ya estuvo bueno. A ver, dime: ¿Qué pasa si el día de mañana te enamoras y embarazas a una chava?
—Eso no pasará…
—¿Por qué estás tan seguro?
—Porque no creo en el amor, y porque la única vieja que me gustaría embarazar… no se deja coger.
—No mames, es inútil hablar contigo… Vete a la chingada.
Lo anterior es un parafraseo de una de miles de pláticas que distintas personas han tenido conmigo, es una mezcla entre las respuestas que me gustaría dar y las que dí… Es decir, es una especie de conversación “ficticia realista”.
Desde que tengo uso de razón, las personas hablan conmigo tratando de hacerme ver que mi manera de ver la vida no es la correcta. Que las cosas no funcionan como yo pienso, y que al paso que voy, tarde o temprano, la chingada me va a llevar con ella, es decir: terminaré muerto debajo de un puente.
No pueden entender que yo no veo el mundo como ellos. Les enoja que yo no tenga una “fórmula” para el éxito. Les cuesta trabajo ver cómo desperdicio mi “potencial” y mi “capacidad”. Les aterra la idea de pensar que no tengo un plan de vida, y verme muy seguro a pesar de ello.
¿Pero por qué les preocupa tanto mi vida? Es simple: Pusieron sus esperanzas en mí.
¿Cómo? Pues así, pensaron que yo sería lo que ellos no pudieron.
Durante mucho tiempo viví con “miedo” de defraudar a estas personas. Hacía las cosas bien (aunque no me gustaran) con tal de no recibir regaños y reproches. Fui siendo nada y regresé siendo todo de muchos lugares, pero adivinen qué: seguían sin estar satisfechos. Llegué a creer que tenían razón: con mi modo de pensar, no llegaría a ningún lado.
A estas alturas —y desde hace tiempo— estoy harto del “yo, a tu edad…”. Me da asco escuchar esa frase, siento como si Dios (no creo en él, pero es bastante chido referenciarlo) escupiera una enorme flema sobre mi espantosa humanidad. Me cuesta demasiado entender cómo es posible que alguien use argumentos como ése.
Y es que: ¿Por qué todos piensan que su “fórmula de éxito” es aplicable al resto de la gente? ¿Por qué uno habría de seguir sus pasos? ¿Por qué no entienden que yo prefiero un camino más largo? ¿Por qué no aceptan el hecho de que todos tenemos que cagarla antes de ponernos a limpiar? ¿Por qué? ¡¿Por qué?! !¿POR QUÉEEEEEEEEEE?! (Léase esto como un grito desesperado)
Hoy, afortunada o desafortunadamente, esas personas han entendido que,
efectivamente, es inútil tratar de hacerme entrar en razón. Se han
cansado de que para toda “suposición trágica”, tenga una respuesta…
Respuesta inútil o pendeja, pero siempre dicha de manera segura y convincente.
Me gusta pensar que han empezado a confiar en mí. Aunque la realidad es que se han hartado de intentar “salvarme” de terminar viviendo en la mierda.
Sea como sea, me da gusto que las cantaletas y reproches poco a poco vayan desvaneciéndose. Algunos creen en mí, otros… mevalenverga.
Confieso que mi vida es parasitosa y que hago muy poco comparado con lo que realmente debería estar haciendo, pero en el fondo estoy muy seguro de que lograré lo que pretendo: no sé por qué, pero lo sé.
Es por eso que me repugna tanto ver cómo los padres hacen planes a futuro para sus hijos. Disfruto de manera libidinosa cuando los veo berreando porque la princesa prefirió ser puta y porque el deportista se convirtió en alcohólico.
He entendido que las únicas expectativas que uno debe de satisfacer son aquellas que tienen que ver con el sexo, y eso sólo si uno pretende cogerse más de una vez a la misma persona (mujer, en mi caso)… Por lo anterior, desde hace tiempo, en mi mente permanece el loop de una frase inmortal que surgió en una peda con éste cabrón (amiguíiisimo, adoraaaado):
“No sabemos lo que queremos, pero sabemos cómo conseguirlo…“
Aunque hoy sé bien lo que quiero y, por mis güevos, lo conseguiré… Gracias, los quiero.
Aclaro con este post, no pretendo fanfarronear ni presumir lo chingón que me siento. No tengo ni las ganas, ni mucho menos los motivos para hacerlo… Como ya dije, es meramente terapéutico.
P.D.: Pronto el resto de los posts prometidos. Los quiero… dando esperanzas.