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Advertencia: Reflexión baratísima. Siéntase libre de no leer este ‘post’.
No recuerda muy bien la sensación que experimentó al descubrirlo; simplemente lo describe como algo que se sintió “culerísimo”. Y es que enterarse, por mera deducción y sin más pruebas que la lógica, de que uno es adoptado, debe ser algo muy cabrón… Por eso mismo, él decidió irse a vivir a otro país; total, de todos modos tenía que reconstruirse.
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¿Qué tan difícil es renunciar al pasado y empezar desde cero? Supongo que sólo unos cuantos lo saben: Muchos lo intentan, pero pocos lo logran. Todos quieren algo mejor, pero no están dispuestos a lidiar con el sacrificio que el intentar conseguirlo les traería.
Ser adoptado y no saberlo, es una culerada. Siempre lo he dicho. Es aquí donde entra el cliché: todo lo que creías tuyo, ya no lo es… Y, claro está, uno tiene que investigar FORZOSAMENTE. Sí, existe quien toma las cosas con madurez y deciden aceptalas tal cual: —¡misgüevospardosqué!—.
Dudo mucho que los personajes maduros que aceptan las cosas ‘así nomás’, lo hagan por estar agradecidos. Pienso que no lo hacen por miedo… Sí, miedo a enterarse que fueron no deseados o qué-sé-yo. Y más miedo les da el hecho de saber que, el conocer la verdad, implicaría el tener que empezar desde cero: cambiar la cama suave y cálida por un catre que resultaría mucho más cómodo (porque en el catre podrían hacer lo que no pueden en su cama: descansar).
Hoy escribo esto porque últimamente he conocido a varias personas que viven de hacer las cosas que no disfrutan (y apenas se dieron cuenta) y que se mienten una-y-otra-vez con tal de no aceptar lo que realmente son y así evitar el miedo que implica volver a empezar. Lo anterior, casi siempre alegando que “ya es muy tarde para empezar”…
“Son mamadas de dedo”, dijo una vez algún sabio filósofo —cuyo nombre no recuerdo—: Saber lo que uno quiere y vivir negándolo (por miedo a perder las comodidades que se tienen) es lo mismo que ser adoptado, enterarse repentinamente y no querer hacer preguntas.
Y ya me largo a la chingada. Tengo un nuevo padre que visitar en la cárcel… ¡Bazinga!
P.D.: Hoy no hay posdata. Los quiero… adoptados.