De la hipocresía

Siempre he pensado que la hipocresía existe porque la gente no sabe vivir con el desprecio ajeno. Vivimos rodeados de buenos modales y de gente que tolera las pendejadas de otros por el simple hecho de que a todo el mundo le da miedo lo que pueda pensar el de al lado.

Muchas veces no sólo es para evitar el desprecio del otro, sino también porque uno tiene que aguantar casi agüevo (al ‘jefe’, a la familia, a los amigos/compañeros, etcétera). No digo que esté mal, al contrario; es necesario.

Pienso que todos somos hipócritas de vez en cuando, por eso es que no entiendo a los que dicen “ash, me caga la hipocresía”… No mamen, o sea, sí: es cagante, pero todos lo practicamos de vez en cuando. Entiendo que molesta cuando las personas fingen de más y sobreactúan lo bien que uno les cae; ahí sí, los pendejos son ustedes por no darse cuenta.

En cuanto a mí, sí, soy una persona demasiado intolerante; pero creo que la mayoría de las veces que TENGO QUE aguantar a alguien, lo hago bastante bien. Me limito a escuchar y después a opinar —sólo si se me pide mi opinión—, aunque por dentro esté maldiciendo mil veces a la persona en cuestión. En el caso contrario, cuando NO TENGO QUE aguantar, no veo por qué habría de fingir que soy a toda madre —que sí lo soy— y casi siempre termino mentando madres al mismo tiempo que soy catalogado como “un pinche mamón”… No digo que sea bueno, pero funciona.

En resumen: creo que existen más pendejos que hipócritas. El hipócrita aguanta por necesidad, mientras que el pendejo aguanta por miedo.

¿Cómo saber a qué grupo pertenecen?… Si a estas alturas no lo saben, los compadezco.

P.D.: Intento aprender a disfrutar de los pepinillos (sin albur, cerdos), se aceptan sugerencias de platillos que los contengan. Los quiero… queriéndome.