Me gusta pensar en la vida como el peor escenario posible. Eso de nacer para tener que crecer rodeado de gente cuyas costumbres terminan contagiándose y cuyas tristezas parece que terminan siendo compartidas no me parece algo lindo, la verdad. De nada sirve estudiar, trabajar y dejar rastro. De nada. Pensemos un momento en todo eso que la gente dice que es lo correcto: encontrar un buen trabajo, encontrar el amor, rodearse de buenas personas; ser exitoso, dicen. ¿Y para qué?, me pregunto una y otra vez. ¿Para qué dejar un rastro que pocas personas van a seguir o que terminará por desvanecerse con el paso del tiempo?
No entiendo el conflicto de algunas personas con vivir en la sombra.
Ser un mediocre no me resulta conflictivo, creo que ahí está la
verdadera fórmula de la felicidad. El desear la grandeza sólo nos
convierte en seres ambiciosos e incapaces de sentirnos satisfechos; la
inconformidad como forma de vida me parece bastante molesta.
¿Qué
hay de genial en escribir un libro cuya trama pueda cambiar la vida de
miles de personas?
De ahí que agradezcamos la existencia del ego, supongo. Vivan también los placeres simples.