¿Qué es el amor?

ADVERTENCIA: Éste es un post largo y con fines terapéuticos, tal vez no diga nada, tal vez sí.

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-Es que no me entiendes- dijo ella.
-¿Qué tengo que entender?- respondí.
-Pues que estoy en un momento muy difícil de mi vida.
-¿Estás embarazada?
-Aaaayy cómo dices eso!
-Pues no lo estás negando, ehh?
-¿Ves? Nunca se puede hablar en serio contigo.
**Oooops!!**

Suena el vinil rayado sobre la tornamesa, se abren las nubes y una luz celeste me ilumina el rostro. 

CORTE A:
Y es así, mis estimados lectores, como llegué a la conclusión de que tal vez esa sea la razón por la cual no merezco conocer el amor verdadero: por no ser una persona seria… y sufro, sufro mucho. Ja ja ja.
Bueno ya, trataré de ponerme un poco serio para continuar… Ok. Antes de pasar al punto que me interesa mencionar es mi deber definir lo que significa el amor para mí. Esta definición surge a partir de las veces que he confundido el amor con el calor y como resultado de los amplios estudios que he realizado a lo largo de los años sobre especímenes claramente enamorados, esto gracias a que soy un antropólogo nato (y poco confiable).
Ahora sí, el amor es ese sentimiento tan bonito capaz de:
  • Traspasar fronteras y hacer que alguien no se canse, ni se aburra, de querer la cola de la misma persona durante mucho tiempo.
  • Hacer que uno quiera detener el tiempo para disfrutar un poco más a LA persona.
  • Metamorfosear los defectos en cualidades negativas.
  • Transmutar la vida en bella.
  • Convertir a un ser poco agraciado visualmente en el adonis-afrodita para cualquier mente cuyo sensor de lo bonito ha sido atrofiado severamente por el exceso de latidos producidos a muy grande escala desde lo más profundo del corazón.
  • Hacer que uno pretenda compartir más que besos, caricias y sexo.
  • Apendejar personas y hacer que éstas sean ciegas ante su pendejez.
  • Convertir el mundo en una secuencia bonita, sin cosas feas y con un soundtrack constante y efectivo.
  • Transformar a la mujer más inútil en el ama de casa perfecta y al hombre más pendejo en un genio de la lámpara, con la cualidad de conceder infinitos deseos.
  • Convertir las canciones de los beatles en verdaderas odas.
  • Hacer que uno perdone el rayón sobre la madera que hizo el otro. Rayón que, tarde o temprano, sanará con palabras, llanto y besos con culpa.
  • Sacar el poeta o Arjona que todos llevamos dentro.
  • Provocar las ganas de procrear.
  • Crear cambios en las parejas para crear un rompecabezas junto (una vida).
  • Matrimoniar ateos.
  • Compartir quincenas.
  • Provocar que cualquiera se aprenda “Wish you were here” y se sienta fans de Pink Floyd sólo por eso (comentario ardido).
  • Darle un significado bonito a las borracheras y a las llamadas de madrugada.
  • Descifrar infinitas respuestas a través de los ojos de LA persona.
  • Hacer que uno invente poemas de 5 líneas para que encajen sin problemas en un SMS.
  • Convertir al ser amado en una creación divina.
  • Hacer que uno prometa y la otra se lo crea.
  • Ser el motor para que uno quiera construir un mundo mucho mejor ajeno a éste, para compartirlo con LA persona.
  • Convertir los cinco minutos gratis de telcel en sesenta o más. 
  • Hacer del sufrimiento el mejor vicio.
En fin, estoy seguro de que se me escaparon muchas cosas y sé que la lista podría seguir y seguir; pero a  fin de cuentas… el amor es una utopía interminable.

Aclarado mi concepto y mi visión del amor, he de confesar que estoy seguro de nunca haberlo sentido como se debe (sin albur) y de que cuando me enamore de verdad seré como Guido Orefice para, entre muchas otras cosas que hace, gritar a todo pulmón y en todo momento: Buon giorno principessa!.

También pienso que la razón principal por la cual no he sentido semejante cosa es porque soy demasiado exigente (me quiero a mí pero en versión vieja buenísima, y eso, es un pedo muy cabrón) y porque las viejas que podrían despertar en mí todo lo mencionado en la lista de arriba, ¿adivinen qué?… sí, son inalcanzables. Con inalcanzables me refiero a que tienen novio (no me animo: mal karma, mal karma) o acaban de salir de una relación tormentosa y dolorosa (y a mí me da güeva esperar a que lo “superen”). Es por eso que cuando empiezo a sentir que ya estoy valiendo madre y que será difícil obtener la vieja que quiero… Pumpumpum! Me aprieto los güevos y construyo una muralla China para aislar el sentimiento y que se desvanezca poco a poco, porque creo que siempre hay un momento en toda relación en el que uno puede decir “no me rifo” (fácilmente comprobable, inténtenlo)… todo esto, para no sufrir (que casi siempre me la pelo).

Pero bueno, seguiré a la espera de la que vuela y construyendo las murallas que sean necesarias mientras llega. Asimismo, seguiré confiando ciegamente en el dicho que alguna vez me dijeron:
No seas pendejo: mete el pito, no el corazón.