Sociedad mosca…
Acabo de ver a la mujer más hermosa que pudiera existir sobre la faz de la tierra… Eso, o la desvelada me ha afectado el sensor del buen gusto gravemente. Pero, sinceramente, lo dudo.
He dormido cuatro horas, estoy medio crudo y no me atrevería a decir que ebrio porque la verdad ni tomé tanto. Me borreguié con el olor de la mota… abundaba… al igual que los dulcecitos de todo tipo. No le digan a nadie, pero me robé tantita… nomás falta acordarme dónde la puse (ACTUALIZACIÓN: ya recordé que la puse en la bolsa de mi sudadera, pero ahora no recuerdo dónde quedó ésta).
Retomando, considero que no hay cosa más sexy que una mujer con los labios rojos (una a la que de verdad se le vea bien el color). No sé ustedes, pero —si algún día me caso— me quiero casar con una mujer así.
[Inserte “I looked at you“]
Iba yo en mi Viviana (sí, le puse nombre… ¿qué?), silbando y escuchando alguna canción digna de road movie. Cuando de pronto, ví semejante hermosura acercándose en dirección contraria hacia la mía, desde lo lejos nuestras miradas se encontraron… nos seguimos viendo y avanzando… y cuando pasamos uno a lado del otro -aún sosteniendo las miradas-… Me sonrió… Sonreí, casi me caigo y pensé por un segundo en seguirla y preguntarle información básica…
[Fin de canción]
Pero no, no lo quise hacer… ¿Por qué?… Fácil, no quise arruinar un momento tan hermoso. No quise arriesgarme a que tuviera una voz horrible, a que tuviera mal aliento, a que dijera alguna estupidez (como es mi costumbre) y borrarle esa bella sonrisa. O en el peor de los casos —y el verdadero—, que me mandara a freír monos (como casi siempre pasa).
Además de no querer arruinar el momento, no quise sentirme mosca. Aún no lograba quitar de mi mente la imagen fresca de una mujer sabrosísima en la fiesta a la que fui el viernes. Era el tipo de mujer que todos buscan en una fiesta, nomás que en esta ocasión sólo había una de ese tipo… ¿Cómo? Pues bien buena y borracha. Al ser sólo una, ya se imaginarán lo que pasó… ¿No? Entendí el por qué las cosas buenas se disfrutan tan poco. O sea:
Con tan poca comida, el manjar descuidado se llenó de moscas.
Ya sé que las moscas también siguen cosas echadas a perder, pero créanme: ninguna preferiría algo putrefacto, que algo exquisito. Por lo tanto, esa vieja sabrosa y manjarosa de la fiesta, devorada entre tantos: iba a durar muy poco.
En fin, espero volver a ver pronto a mi musa de labios rojos y continuar con mi ritual de no arruinar algo chingüengüenchón.
P.D.: Sí, tal vez me gustan los labios rojos por el aire sexoso que desprenden.Ya estoy sobrio… Los quiero… matando moscas.