Decisiones importantes…

Entre ayer y hoy, he tenido que tomar decisiones importantes en cuestión de segundos… no es por nada, pero no creo que cualquiera pudiera hacer lo que yo.

  1. Empezó en la tarde a la hora de la comida: No sabía si echarle un huevo estrellado o un plátano a mi arroz… terminé echándole crema nomás.
  2. Después vino la merienda. No sé ustedes, pero yo soy un obeso en proceso con gran debilidad por el pan dulce. Así que, ahí estaba yo: frente aun cuerno jugoso, una concha esponjosa, un panqué y una dona de azúcar… la decisión era difícil, descarté el panqué porque estaba muy chiquito, por lo que mis opciones se reducían a tres y entonces… le moché una parte a la dona, me tragué el cuerno y lamí la concha pa’ que nadie más se la comiera y poder desayunármela hoy. Touché.
  3. Hoy casi me atropella una MILF con su bolsbaguen yeta: Iba yo caminando tranquilamente y ví el automóvil venir a lo lejos, me sorprendí al ver a la mamaciiiita (literal) que venía manejando, por lo que por unos instantes cruzó por mi mente el —¿Y si dejo que me atropelle?—… Pero no, crucé rápido la calle y la rematé haciéndole ojitos.

¿Cómo le hice para tomar semejantes decisiones tan complejas? Fácil, seguí mis instintos pavlovianos y en base a la salivación producida, tomaba la decisión. He aquí:

  1. Al momento de pensar en arroz con huevo estrellado o con plátano, salivaba por igual. Por lo que decidí declarar un empate y no tragarme ninguno para no discriminar a nadie, metiendo la opción de reserva (la crema).
  2. En mi dilema antre los panes, el orden de salivación de mayor a menor era: a) cuerno; b)concha; c)dona. Por lo que el cuerno fue lo que me devoré y a la dona nomás le dí un llegue (no me importaba si alguien más se la tragaba, nomás quería quitarme el antojo) y aparté la concha pa’ tragármela al día siguiente.
  3. Caso muy especial. Salivé mucho mucho al ver a la mamaciiita, pero salivé más ante la idea de verme sano y caminando. 

Por lo tanto, estimado(a) lector(a): Cuando alguien te diga —Hazle caso a tu corazón—, te está mintiendo, debes de recordar que:

La saliva es la madre de toda decisión.

OJO: Estos ejemplos son vulgares y simples. Sin embargo, esta manera de decidir realmente ayuda en momentos difíciles, cuando no da tiempo (o nomás no se puede) de echar un voladito. Es decir, ninguna forma de decidir es mejor que la otra.

Espero les haya sido útil esta lección.

P.D.: Ya saben, no me deben nada… L@s quiero… salivando y decidiendo.