La Quiénsabe

He venido a llorar por esos muertos que a nadie le importan, a sacrificar mi sonrisa con tal de mostrar un poco de compasión por la gente que aquí sufre en silencio. Quiero declarar la guerra a todo aquel que ha sido capaz de pisotear el orgullo de las personas aquí reunidas. Me gustaría poder cambiar el entorno y convertir esto en un teatro lleno de comedia. Estoy harta de imaginarme historias según el tipo de rostros que veo, estoy harta de que todas sean historias tristes. Sería genial poder presumir mi sonrisa sin culpa, poder sonreírle al mundo sin que éste sienta que le estoy insultando. Quiero que se me cuenten historias felices: con una mirada, con una sonrisa, qué sé yo; quiero mirar rostros contentos. Detesto el mal olor de este lugar, que no es precisamente por la falta de baño sino por el poco respeto que siente la gente al momento de convivir. Por eso y muchas cosas más, hoy agradezco al Cielo que se me haya concedido ser hermosa. Pongan atención, aprendan y sean felices.
Dicho lo anterior, desfiló de principio a fin por el andén, deslumbrando a todos con su belleza y sus grandes piernas, y se lanzó a las vías justo cuando el tren llegaba a la estación. Hoy la denigran dedicándole una estúpida placa en esa misma estación. No aprendieron nada. También le regalaron un apodo. Uno feo, soso y vulgar, mismo que no pienso mencionar porque no me quiero condenar.