Lo que oculta el mal humor

Hay momentos en los que me pongo muy de malas sin motivo aparente.
Tan de malas que todo mundo me cae mal, incluido yo.

No importa lo que nadie (incluido yo) diga, piense o haga, de inmediato pienso que es la peor pendejada que he presenciado en mi vida.

De hecho, cuando me siento así es cuando menos hablo. Y entonces llegan las preguntas de si estoy bien o si pasó algo. No pasó nada y si pasara te vale verga, pienso. Por eso no hablo; ya sé que me convierto en el ser más intolerante.

Lo peor es que aun estando solo me pasan esas cosas. Me siento enojado conmigo mismo y, como no sé por qué, eso me enoja más. Tanto que empiezo a sacar el arsenal de insultos del archivo de emergencia. Insulto mi existencia por el simple hecho de respirar alv. Me he llegado incluso a preguntar si no me habrá faltado oxígeno al nacer.

Por si fuera poco, me tardo un rato considerable en darme cuenta que estoy de malas. Y mientras me doy cuenta, creo genuinamente que todo el mundo está lleno de pendejos (incluido yo) diciendo puras pendejadas sinsentido.

Tras pendejamente darme cuenta, me trato de calmar hablando solo y pienso en distraerme un poco en interned. Pésima idea que sigo practicando. No solo no se me baja el coraje sino que aumenta al ver toda la cantidad de pendejadas por segundo que la gente publica.

Me importa una pinche mierda lo que acabas de desayunar y si estás aprendiendo a cocinar. O que por fin sea viernes. O tu pendeja opinión sobre un pinche político igual de pendejo que tú. O la foto de tu puto bebé. O el recuerdo culero que te está mostrando facebook. O ese pinche meme mal hecho que ni da risa. Váyanse todos directo a la verga, bola de culeros narcisistas sin quehacer.

Quedo tan enojado que apago a la chingada el puto celular y me regaño por ser tan estúpido idiota pendejo y volver a caer en esa pinche trampa donde todo parece estar hecho para hacerme encabronar. Nomás no aprendes, cabrón.

Para este punto, estoy tan pinche enojado que ya hasta pienso en cantarle un tiro a Dios. Y entonces comienza a dolerme la puta cabeza. Pinche cuerpo culero, lo que me faltaba, no aguantas nada.

Decido mandar todo a la chingada y largarme a dormir un rato a ver si así se me pasa. Sin embargo, tan pronto como cierro los ojos, el dolor de cabeza aumenta.

Ahí es cuando paso del coraje a la hipocondría y a preguntarme si no estaré enfermo. No, nomás pendejo. Trata de dormir y se te va a pasar.

Sigo tratando de dormir y el dolor sigue chingue y chingue hasta que… grhgrhgrhrrgh… ¿Qué es eso? … hgrhgrhgrhgrhgr ….

Ah, qué pendejo estás, Alejandro.

Todo este tiempo nomás tenías hambre y ya le declaraste la guerra al mundo.